El ISLAM

En la península de Arabia y en los territorios conquistados por los árabes se formó un gran imperio, en el cual se desarrolló una de las civilizaciones más importantes de la historia. Sus conquistas les permitieron entrar en contacto con otros pueblos y culturas, a las que respetaron y estudiaron. El resultado de estas influencias fue la cultura y el arte árabe.

El Corán prohíbe la representación de figuras humanas, lo que sin duda influyó en que la arquitectura se convirtiera en el campo del arte más importante.

El espíritu del arte bizantino y persa fue adoptado por los árabes, transmitiéndolo por todos los territorios conquistados de Occidente. Podemos, pues, considerar a la civilización árabe como el puente cultural entre Oriente y Occidente.

Aunque existen muchas escuelas, el arte árabe conserva algunas características comunes debido a las creencias religiosas. El templo constituye el núcleo de su vida espiritual.

Se construyeron grandes mezquitas en todas las ciudades musulmanas importantes para albergar a toda la población. Las más importantes son: la Mezquita de Mohammed-Ali en El Cairo, la Mezquita de Omar en Jerusalén y la Mezquita de Córdoba en España.

El Islam no crea un estilo arquitectónico propio, sino que sólo adapta los ya existentes a sus necesidades, aportando una brillante decoración, característica esencial de la arquitectura árabe.

Los materiales más utilizados eran el ladrillo y la mampostería, recubiertos con una capa de yeso.

Se tomaron prestados elementos arquitectónicos de otras ciudades, por lo que se eligió la columna, a menudo tomada de un edificio romano. Se hicieron también buenas imitaciones de fustes y capiteles romanos. El arco elegido fue el de herradura, de clara influencia visigótica; Posteriormente se aplicaron otras formas, como puertas compuestas, trampillas, ojivales, etc. El manto incluye una cúpula de influencia bizantina y una cúpula de diversas formas.

Como ya hemos dicho, lo más característico del arte árabe es la decoración. El tejado y las paredes están profusamente decorados, convirtiendo el interior del edificio en un espacio de ensueño.

El conjunto formal más importante es la presentación de formas vegetales y la combinación de elementos geométricos con imágenes figurativas. Los edificios típicos de la arquitectura árabe son las mezquitas o templos. No es la morada del dios, sino solamente un edificio destinado a la oración.

Tiene un gran patio abierto con una fuente bautismal en el centro, donde se realizan abluciones rituales antes de la oración, y un minarete, un lugar elevado para que el sacerdote anuncie los tiempos de oración.

Una segunda parte del edificio es la gran sala cubierta, orientada hacia la Meca. Al fondo está la capilla (Mihrab) o santuario donde el sacerdote lee, durante el culto, pasajes del Corán. Esta capilla está separada del resto de la sala por un espacio llamado Maxura, donde sólo puede entrar el jefe supremo de la comunidad religiosa.

La arquitectura civil ocupa también un lugar de importancia dentro del arte árabe. La intensa vida comercial y cultural de las ciudades árabes se refleja en los edificios que, junto con la mezquita, se levantaron en el centro de la ciudad o en la parte exterior, como el palacio del califa. Gran parte de estos edificios hoy se han perdido, pero conocemos su existencia por descripciones de la época. Centros de enseñanza, hospitales y baños públicos proporcionaron a la población árabe una asistencia sanitaria, higiénica y cultural que aún hoy se admira.

De todas las construcciones civiles, fue en el palacio, residencia del califa, donde el arquitecto logró un perfecto equilibrio entre el espacio interior y exterior.

La naturaleza estaba presente en el interior del edificio. El arte de la jardinería, centrado en los patios abiertos del palacio, permitió crear unos espacios en los que el agua y la vegetación estaban siempre presentes.

Los palacios más bellos se levantaron en España. El palacio de Medina-Azahara en Córdoba fue la admiración de todo Occidente.